En Navidad la comida, la bebida y los dulces abundan en casi todos los hogares, y la excusa de que sean unas fechas especiales hace que no se lleven a rajatabla los hábitos saludables del resto del año. Cenas en familia, comida de empresa, quedadas con los amigos… que, con el añadido de la realización de menos ejercicio físico por la falta de tiempo, pueden pasarte factura nada más comenzar el nuevo año.
Según ha expuesto la Dra. Petra Sanz, de la Fundación Española del Corazón (FEC), el colesterol global después de los festejos navideños puede llegar a aumentar hasta un 10%. Esta subida a su vez incrementa el riesgo de sobrepasar los límites de 200 mg/dl en sangre, con las posibles consecuencias para la salud, como la acumulación en las arterias que impiden el correcto flujo sanguíneo y que pueden causar un infarto de miocardio o una angina de pecho, entre otros problemas.
Para minimizar estas situaciones compartimos 6 consejos para cuidarse en Navidad
Además, te proponemos algunas opciones como alternativas saludables a los típicos platos navideños pasados de grasas y calorías:
La variada gastronomía navideña nos permite degustar los mejores productos para abrir boca sin necesidad de consumir un exceso de calorías. Una buena fórmula es reducir los entrantes y huir de los más grasos. Apuesta por el marisco (un capricho de vez en cuando te puedes permitir), una degustación de ensaladas, frutos secos, salmón ahumado, anchoas, boquerones o embutidos magros como el jamón serrano sin la grasa visible o el lomo embuchado.
De primero, opta por una sopa, un caldo o una crema, reconstituyen el ánimo, calientan el cuerpo y no tienen por qué ser platos calóricos. Una buena elección será preparar una sopa de marisco, un consomé, una crema de verduras o de calabaza o un caldo con fideos.
Pese a lo que todo el mundo piensa, los platos principales no son de lo más pesado de la cena, son más problemáticos los múltiples entrantes y los postres. Lo más normal es elegir un plato al horno (cabrito, cochinillo, pavo, pato o pularda), es recomendable un buen pescado como la merluza, el besugo, la lubina, la dorada, el rape; pero si eres un carnívoro empedernido opta por las carnes más magras como el pavo o el pollo.
El horno es una de las técnicas poco grasas para cocinar. Ten en cuenta que los alimentos se hacen en su propio jugo, por lo que podemos reducir la cantidad de aceite que normalmente utilizamos. La técnica del asado tiene dos beneficios: al no necesitar agregar aceite a las preparaciones, nos aporta pocas calorías y si comenzamos la cocción a fuego fuerte, se formará en el alimento una costra superficial que impide la salida del agua, conservando así todas sus vitaminas y minerales y logrando una carne más jugosa y sabrosa.
¿De acompañamiento? Unas verduras: alcachofas, cardo o espárragos. Respecto a las salsas, puedes reemplazar la mantequilla o la nata por leche evaporada, conseguirás la misma consistencia porque es igual de cremosa, pero casi no contiene grasa. Otra opción es aliñar con aceite de oliva, vinagre, limón, salsa de soja o diferentes vinagretas.
Para no pasar una mala noche, lo mejor es poner algo de fruta, como la típica piña, que es digestiva y diurética. También puedes inventar un plato creativo, colorido y sano, como por ejemplo una compota de Navidad con manzana, ciruela, pasas y orejones.
Los turrones, mazapanes, polvorones, peladillas, frutas escarchadas, bombones y demás delicias dulces, déjalos para el café o para acompañar la infusión del final. En las grandes superficies encontrarás muchos tipos y variedades “sin azúcar” o “con fructosa”, pero cuidado, porque la mayoría de las veces tienen un aporte energético similar, aumentando el contenido de grasas en detrimento de los azúcares, por lo que te recomendamos que leas bien el etiquetado, y que compruebes que lo light no se queda en la etiqueta. El truco es convertirlos en pequeños caprichos navideños, en vez de en un postre en toda regla.
Los deseos para comenzar bien el año suelen hacerse con un brindis, con el que expresar las mejores intenciones. Los vinos (tanto blancos, rosados o tintos) no suelen faltar a lo largo de la comida y champán o el cava no fallan para terminar la velada. Para quienes no quieran excederse con el alcohol, la cerveza (mejor sin alcohol) o la sidra son una buena alternativa. Haz un consumo responsable, especialmente si vas a coger el coche y recuerda que no hay mejor bebida que el agua.
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