El tabaco está considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las principales amenazas para la salud pública. Según sus datos, este producto mata hasta a la mitad de sus consumidores, o lo que es lo mismo, a más de 7 millones de personas al año, de entre los que destacan 890.000 fallecidos cada año que no son fumadores, sino personas expuestas al humo del tabaco ajeno.
El humo del tabaco es altamente nocivo. De hecho, el producto de la quema de cigarrillos, bidis o pipas de agua contiene más de 4.000 productos químicos, de los cuales hasta el momento se ha probado que 250 son nocivos y que 50 pueden provocar cáncer.
Para combatirlo y mejorar las condiciones de salud humanas, la OMS promueve cada año y desde 1989 un día Mundial Sin Tabaco, en el que invita a los fumadores a establecer un periodo de 24 horas de abstinencia coincidiendo con cada 31 de mayo.
Este año la organización ha puesto el foco en la relación entre el tabaco y las enfermedades cardiovasculares. Bajo el lema ‘Tabaco y cardiopatías’ prevé concienciar a los fumadores de los peligros que supone consumir este producto y hacer hincapié en la relación entre éste y las enfermedades cardiovasculares, que en conjunto, suponen las principales causas de muerte en todo el mundo.
Para dejar de fumar, además de contar con asesoramiento médico, es recomendable seguir los consejos establecidos por el Ministerio de Sanidad, organismo que calcula que en España, cada año 50.000 personas pierden la vida de manera prematura debido al consumo de tabaco.
Superar el primer día sin tabaco es uno de los mayores retos a los que tiene que enfrentarse una persona interesada en dejar de fumar. El Ministerio de Sanidad recomienda levantarse 15 minutos antes de lo habitual y realizar algo de ejercicio para romper con la rutina, así como beber grandes cantidades de agua o zumo y tomar alimentos ricos en vitamina B como pan o arroz integral.
La sensación de necesitar un cigarrillo no dura eternamente, solo unos instantes, y no se acumula a lo largo del día. “Si es capaz de resistir los instantes iniciales cada vez que se presentan las ansias imperiosas de fumar, al final del día verá con satisfacción que ha podido usted más que el tabaco”, recuerda Sanidad.
En un par de días, la nicotina se elimina del organismo y la persona recupera algunas de las capacidades atrofiadas como el gusto y el olfato. Los síntomas que muchas personas experimentan en esta fase son normales y constituyen una prueba de que su organismo está empezando a recuperarse. Entre los más comunes pueden aparecer irritabilidad, ansiedad, cansancio, aumento del apetito o síntomas depresivos.
“Sentir uno o varios de estos síntomas no es motivo de desánimos, sino una buena señal de progreso”, a juicio del Ministerio, que recuerda que “el corazón y los pulmones se están tomando un respiro” y que, durante estos días, el cuerpo comienza a liberarse del monóxido de carbono y de las más de cincuenta sustancias carcinógenas que contiene el tabaco.
Al cabo de las primeras semanas, la persona recupera la energía y la agilidad, si bien puede seguir padeciendo síntomas de abstinencia. Para combatir la irritabilidad, el Ministerio recomienda varias técnicas:
Meses después, los pulmones recuperan, casi por completo, su capacidad, pero el esfuerzo no ha acabado. Para consolidar el cambio, es importante no confiarse y aprender a relajarse sin cigarrillos. El deseo de fumar se concentrará cada vez más en momentos esporádicos, por lo que puede servir de ayuda tener a mano algo para picar como frutas, chicles o caramelos sin azúcar.
Fuente: El Confidencial
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