Ante la bajada de las temperaturas en nuestro país, consideramos recomendable recordar lo que dice la ley al respecto de las disposiciones de seguridad y salud, así como algunos consejos.
Así tenemos que el Real Decreto 486/1997, establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud que deben cumplir los lugares de trabajo, entre ellas, la temperatura.
Tenemos como referencia que la exposición al frío puede comenzar a considerarse peligrosa cuando la temperatura corporal descienda a 35º, que se manifiesta en forma de un intenso temblor y puede generar alteraciones en el sistema vascular.
Cuando el proceso de trabajo o las condiciones meteorológicas hacen imposible la eliminación de los riesgos por frío, es necesario evaluarlos para saber si se pueden considerar admisibles para la salud o si, por el contrario, es preciso aplicar medidas para reducirlos hasta niveles aceptables.
En ambientes exteriores, las medidas de protección que se deben aplicar son:
Una medida muy buena de prevención sería la instalación de termómetros en determinadas zonas, con el fin de que, si se observa que se alcanzan determinadas temperaturas, los trabajadores tengan derecho a parar la actividad durante un período de tiempo para su recuperación y/o ingesta de líquidos calientes.
En definitiva, es importante trabajar en condiciones óptimas de temperatura, y es necesario evitar los contrastes de temperatura, ya que son origen de catarros, gripes, etc. Asimismo estas condiciones laborales facilitan los accidentes, tanto de tráfico como por caídas a causa de la nieve y hielo formado, y también aumentan los riesgos de incendios y de intoxicación por monóxido de carbono a partir de chimeneas, estufas de gas, braseros, etc.
La Mutua Intercomarcal ha elaborado un Manual de Buenas Prácticas Preventivas (Mutua intercomarcal – manual de buenas prácticas preventivas), en donde se mencionan las siguientes actuaciones:
Los primeros auxilios que aplicar, cuando se detectan los síntomas de descenso de temperatura o congelación de los miembros, son los siguientes:
Hipotermia
Los síntomas suelen comenzar lentamente y son: confusión, somnolencia, debilidad, perdida de coordinación, piel pálida y fría, disminución del ritmo respiratorio y frecuencia cardíaca y temblor incontrolable. Si se presentan estos síntomas las actuaciones a realizar son:
• Activar el protocolo (PAS: proteger, avisar y socorrer).
• Llevar a la víctima a un lugar con temperatura apropiada y quitarle la ropa mojada, si es el caso, y cubrirla con mantas calientes. Si no es posible ir hasta un sitio cubierto, se debe retirar a la víctima del viento y usar una manta para aislarla del suelo frío.
• Se debe cubrir la cabeza y el cuello de la persona para ayudar a retener el calor corporal.
• Dar de beber a la víctima bebidas calientes y suaves (sin cafeína o alcohol), siempre y cuando no esté perdiendo el conocimiento.
• Estar junto a la víctima, comprobando los signos vitales, hasta que lleguen los servicios de emergencia o evacuar a un centro médico, si es posible.
• No se debe usar calor directo, como agua caliente, almohadillas eléctricas ni lámparas de calor.
Congelación
Las partes más vulnerables son manos, pies, nariz y orejas. Los primeros síntomas son sensación de hormigueo seguida de adormecimiento. Puede presentarse una sensación pulsátil o dolorosa, pero más tarde se presenta insensibilidad en la parte afectada. Si se presentan estos síntomas las actuaciones a realizar son:
• Activar el protocolo (PAS: proteger, avisar y socorrer).
• Llevar a la víctima a un lugar cálido.
• Quitarle cualquier prenda ajustada y la ropa húmeda, secar a la víctima y abrigarla.
• Dar de beber a la víctima bebidas calientes y suaves (sin cafeína o alcohol), siempre y cuando no esté perdiendo el conocimiento.
• Poner gasas secas y limpias en las áreas congeladas, separando entre sí los dedos de las manos o de los pies afectados.
• Mover las áreas descongeladas lo menos posible.
• Evacuar cuanto antes a un centro médico para tratamiento definitivo.
• No descongelar un área si no puede mantenerla descongelada ya que la recongelación puede provocar daños aún mayores a los tejidos.
• No usar calor directo (calefacción, fogatas, secadores, etc.) ya que puede quemar los tejidos.
• No friccionar ni masajear el área afectada.
• No reventar las ampollas de la piel congelada.
Fuente:
Manual de buenas prácticas preventivas. Mutua Intercomarcal
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