El acto de conversar es una distracción en sí misma. Desviaciones de trayectoria, aumento de infracciones y del tiempo de reacción y reducción de mecanismos de control no solo ocurren cuando intentamos manejar el volante y meter marchas con un móvil en la mano.
Así lo determina un estudio publicado en 2017 que asegura que el proceso cognitivo que necesita el cerebro humano para conducir se ve drásticamente alterado cuando tenemos que atender a un intercambio de palabras. La conclusión: el manos libres no es la solución para evitar distracciones.
La DGT también se ha mostrado en contra del uso de este dispositivo. Pese a estar permitido, distrae tanto o más que llevar el móvil en la mano ya que resta concentración en la carretera de forma notable.
Fuente: Motorpasión
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