Se llama azul porque así es como se percibe, aunque la luz blanca o de cualquier otro color también pueden contener luz azul. La luz azul preocupa porque tiene más energía por fotón – o partícula de luz que se produce, se transmite y se absorbe- que cualquier otra luz en el espectro visible. Así, en grandes dosis, potencialmente puede causar más daño si es absorbida por nuestras células
La mayor fuente de luz azul es la luz solar. Pero no hace falta estar al aire libre para verse expuesto a ella. Los fluorescentes, las lámparas LED, los portátiles, los móviles y los televisores de pantalla plana son algunas de las fuentes de luz azul. Aunque todos esos consumibles electrónicos fabricados por el hombre emiten una fracción de la luz azul que propaga el sol, es conveniente ser cuidadosos respecto a la proximidad y la duración de nuestra exposición.
La cantidad de luz azul que emiten los dispositivos electrónicos no es peligrosa para la retina. La intensidad luminosa por metro cuadrado, que se mide en candelas, de un Smart phone es 20 veces inferior a la del sol.
Aun así, la luz azul en gran intensidad, como puede ser la iluminación de una tienda, es potencialmente peligrosa para el ojo si se mira de frente, algo, por otro lado, tan poco cómodo como mirar el sol de frente.
Un estudio de la Nipon Medical School de Kanagawa, Japón, determina que la luz azul provoca estrés oxidativo, aunque en proporción inferior a la luz UV que se sitúa al extremo del espectro. Además, demuestra que la luz solar, a través de la molécula opsina-3 de la piel, pone en actividad las células productoras de melanina que causan manchas en la piel.
Aunque la luz azul ayuda a estabilizar el ciclo circadiano -que rige la vigilia y el sueño- la sobreexposición puede interrumpir el sueño.
Son muchos los gadgets que se comercializan para reducir la exposición a la luz azul; filtros para teléfonos o gafas para ordenador. Pero una investigación publicada en 2019 por la Universidad de Manchester pone en entredicho los efectos nocivos de la luz azul.
En lo que científicos y médicos parecen coincidir es en que la exposición a la luz azul no es más dañina que la exposición al sol. Y sin sol, bien es sabido, no hay vida.
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